No podía ser más hermosas esa mujeres que cruzaban la calle y acaparaban las vistas de todo el mundo, no podía deslizarse más sensualidad por su piel, y no podía seguir esfumándose el aire en su risa. Dos hermosas mujeres, tan libres como un pájaro que salía de su nido, dos mujeres, dos del millón que existen. De la cual a los hombres les parece especial, quizás se sientan alagados por ser digamos, los “invitados” a apreciar esos caminares tan llenos de luces de variados tipos de mujeres, altas, esbeltas, petizas, gorditas, rubias, morochas, algo parecido a un almacén lleno de variedad. Esa atención que todas las mujeres logran tener en algún momento del día, observando con atención a grupos de mujeres con curvas exquisitas para sus retina, con ojos achinados de tanto reírse y agarrándose de la panza por no detener la diversión. Una alegría que tienen todas en algún momento, pero todo se detuvo en el segundo que ese hombre de la primera fila se pasó del límite, y acotó algo desubicado, un simple ‘QUE BUENA QUE ESTÁS TE HAGO DE TODO!’ esas frases lograron frenar esas carcajadas tan sexys, que solo las mujeres pueden dar, y en un abrir de ojos transformo en fieras a esas señoritas. ¿Qué le hicieron? Bueno creo que es perder mi tiempo al contárselos, si al fin y al cabo todas pasamos por eso, y reaccionamos de la misma manera, sí, así como te imaginás, exactamente así o peor.
lunes, 10 de octubre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario