Un día ella se enamoró perdidamente de aquel hombre que hasta el día de hoy le jura amor eterno, disfrutaban sus tiempos juntos, se reían al compás del tiempo, imaginaban un futuro lejano en donde ellos permanecerían juntos siempre, prometieron estar en las buenas y en las malas. Jugaban con el destino, y con las cosas de la vida, imaginando los nombres de aquellos futuros diez hijos que tendrían, cuando ella se reciba de doctora y el de profesor, tres perros, un gato, y tal vez un pájaro, estaban en sus planes, no olvidando esa bella casa que comprarían con sus ahorros de jóvenes, el auto y el parque en el fondo que utilizarían para compartir sus vidas felices, podrías incluirse en su futura historia. Una tarde de Abril ellos vivieron una pasión adolescente. Volaron sus corazones hacia galaxias tiernas. Y ella se bañó en una luz mágica, divina, y ha bajado en ella una estrella, la más bella de todas. Todavía puedo recordar su rostro de inseguridad, miedo y rechazo de algo nuevo. Todavía no comprende que debe preparar esa llegada con flores y dejar de llorar como si el mundo se acabara. Un nuevo mundo empieza. “Un bebe nunca es un error, es una vida hermosa”, eso es lo que muchos dicen, ella lo piensa pero no lo quiere recibir en estos momentos, no es hora para ella, ni para nadie a su alrededor. Dejar que nazca en ella, será el misterio más admirable a su edad, ella aún es una adolescente. Tiene que preparar su llegada con flores en su corazón, y no con impotencia y dolor. La desesperación no es una salida, sino que es un laberinto de la que no se sale, y duele aún más. Ella se sentía tan solo una niña todavía, aún estando agarrando la mano de ese hombre que la hizo mujer. No quería sonreír, no tenía razones suficientes para hacerlo, sin saber que el bebé que crecía en su vientre era la única razón suficiente para que ella se vuelva fuerte y mujer.
Vuelve a sonreír.
Muéstrale a tu bebe la fuerza de una mujer. Esa mujer que va a cuidarlo durante toda su vida.
Que se vea en tus ojos que esta purificado, que sienta tus manos certeras. Dios no quiere nueve meses de llanto y de duda.
Dios te ha regalado una bendición, a temprana edad, pero es tu regalo y desde ahora hasta el fin nadie te lo quitará. Verte caminar frente a la vida, buscando la paz, la sabiduría, la armonía, eso quiere Dios. Con esas discretas ramitas vas haciendo tu nido.
En tu rostro la sonrisa simple y la mirada dulce con una alegría que sólo tú explicas…
Su caminar se ha tornado lento, como si hubiera temor en sus pasos. No será un secreto cuando su cintura se ensanche y henchidos tus pechos, con sabor a esperanza y a sangre nueva en las nueve lunas de la larga espera.
Cambiará el gusto entre las vitrinas de algunas boutiques de moda y elegancia, ahora sus ojos verán sólo aquellas con sus diminutos ropajes de arrullo.
Un aroma a nido y a leche materna habrá entre las sábanas de su blanco lecho, mientras tus mejillas encenderán rubores con caricias suaves en preñado vientre.
Sólo la ternura rodeará tu imagen, las manos ansiosas querrán su tersura, un sabor a vida de pálidos cielos en la calle vieja traerá canciones.
Y un día de fiesta, tal vez sea un Domingo del mes de Enero, abrirá su cuerpo a un llanto pequeño y en su regazo amamantará a un niño con tibia fragancia de un amor profundo. Ese niño algún día la llamará mamá, y ella después de tanto dolor agradecerá a la vida por haberlo tenido.
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