CAPITULO III
Obviamente él, quién era su mejor amigo la miraba a los ojos cada vez que tenía la oportunidad y la calmaba, le repetía cada momento de quiebre que la amaba, le pintaba un mundo que muy pocas personas pueden ser capaces de tener. “Y vos serás siempre mi trueno”, quizás fue una de las frases más lindas que ella habrá escuchado de esa voz, de la voz de Luca, un chico totalmente normal y especial para ella.
Un día, podría decirse un día que muchos llaman, particular, ellos decidieron salir a pasear muy cerca de la casa de Luca, llegaron a una cafetería y decidieron tomar algo, tranquilo para la ocasión, entraron, subieron una escalera y notaron que era un bonito lugar, se acomodaron en el lugar que creyeron perfecto, pidieron lo que deseaban, y comenzaron a charlar, eran unas de esas charlas cotidianas que solían tener, pero ella notó en el rostro de Luca una expresión extraña, ella atinó a tocarle el rostro con una pequeña caricia y mirarlo con la intención de preguntar que le pasaba, pero él se alejó, era una situación extraña para ella, no entendía que pasaba y porque ese rechazo. Paso el tiempo, llegaron los cafés, y el sólo hizo una mueca de satisfacción, no dirigido a ella, sólo por cordialidad. Ella se empezaba a sentir incomoda y nerviosa, perdió la calma y elevó la voz, le preguntó que le pasaba pero él no quería responder, la cosa se puso más amarga, entonces al ver eso, Luca respondió, estaba enojado, molesto y la razón eran los celos. El confesó a ella que estaba celoso de su propio amigo, aquel amigo que compartían, ella tenía una relación muy linda con ese amigo en común, Alan, por eso no comprendía ni tampoco creía esa escena tan fea de celos, siendo él la principal causa. Ella dejó que Luca se calmara, para no pasar ningún papelón en la cafetería y creyó que si se tenía que hablar de algo sería en la casa. La merienda continuó de manera normal, pero sus rostros no decían lo mismo, todos podían notar que algo pasaba y no era algo bueno. Luca pidió la cuenta, pagó y decidieron retirarse, en el camino, no cruzaron palabras, ella se sentía mal, porque si de algo estaba segura es que ella nunca pensó en querer hacerle algún mal a él, tampoco tener que pasar por esa situación. Ellos llegaron a la casa de Luca, entraron, como siempre su perro ladrando, definitivamente era muy guardián, él subió a su habitación a dejar sus cosas y ella se quedó abajo en la sala, se recostó en los sillones, sólo se escuchaban los ladridos y los autos pasar, después de unos minutos, ella escuchó los pasos de Luca bajando nuevamente, el la miro con cara extraña, una cara que ella no pudo descifrar a qué se debía, se dirigió a la cocina, tomó un vaso con agua fría y como un caballero le ofreció a ella, por la situación esa ella se negó con un “no, gracias” Luca volvió a la sala en donde encendió el televisor, la miró repetitivamente durante un tiempo, hasta que se decidió a sentarse al lado de ella, y con lágrimas en los ojos le dijo, “No te quiero perder, eso pasa, me da miedo que venga cualquier chico, amigo o sea quien sea y que con un simple regalo te vayas de mi lado” ella no podía creer lo que escuchaba, y comprendió que aquel DVD que Alan le había regalo días atrás en el colegio era la razón de el enojo de Luca, ella lo tomó de la cara y le dijo: -“No me importa si me regalan el mundo, la luna o las estrellas yo te elegí a vos Luca, y no hay nada en el mundo que pueda alejarme de vos, te amo” él la miró, se dio cuenta de la honestidad en los ojos de ella, la abrazó y la besó. Llegando apenas la noche era hora de volver a su casa, ella vivía un poco alejada de él, y debía viajar hasta su hogar, por supuesto el no la iba a dejar irse sola en el medio de la noche, entonces la acompañó, en el camino no se separaban, estaban abrazados, y se decían lo mucho que se amaban. Ya habían pasado tres semanas de esa tarde en el cine, tres semanas de haberles importado nada el mundo y el qué dirán, tres semanas de decidir ser dos en uno.
La rutina comenzó cuando llegó el lunes a la mañana, momento de que cada uno vaya a clases, y el único momento en el que se podían ver era en el recreo, que lamentablemente para ellos sólo duraba quince minutos, o quizás también los momentos en horas extracurriculares que ella tenía que lo podía ver por la ventana, cuando el sol le daba en la cara, sus ganas de verlo nuevamente eran muchas que un día entero no alcanzaban para dejar de extrañarlo. Mientras los días pasaban, cuando ella lo creía correcto y mientras que nadie la viera ni siquiera él, ella decidía entrar al aula de Luca y dejarle un lindo mensajito escrito en el pizarrón, ella creía que con un simple ”Te amo” podía decir tantas cosas que sentía, ella no estaba equivocada, sin dudas eso a Luca lo hacía sentir feliz, lo hacía sentir querido y respetado, lo hacía sentir vivo, eso lo hacía notar cuando decidía mandarle un mensaje a ella agradeciéndole ese gesto tan bonito que nadie se lo había hecho. Eso se repetía cada vez que ella estallaba de amor. Las charlas a través del celular, y a través de la computadora era algo tan común para ellos que ya se convertía en rutina. La necesidad de escuchar una canción y dedicársela al otro era una muestra de cariño, que relativamente el que lo hacía era Luca, canciones que hablaban del sentimiento puro hacia ella.
(continuará)
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