Cierra los ojos, no digas nada…Túmbate conmigo y déjate llevar… Sólo quiero que se haga el silencio entre nosotros, y que hablen las caricias. Quiero fundir mis manos en tu cuerpo, como hace el músico con la guitarra, encontrando en ti aquella melodía que consiga estremecernos.
Ven, deja que los miedos y pudores se caigan con las ropas. Seamos libres, nuevos, inocentes en este abrazo en que me entrego. Déjame ser de ti, pertenecerte, ofrecerme sin reservas como sólo sabe hacer una mujer.
Déjame inventar nuevos besos en tu boca y empaparme de tu aroma, sumergirme en él, en ti, en estas pasiones que nos elevan por encima de lo mundano.
Y así se aman, así se entregan, así graban en el recuerdo que alguna vez estuvieron juntos. Cuando acaba la música y su embrujo se separan, ignorando aún que cada vez que suene el concierto de Aranjuez,
s e n t i r á n
a ú n
e l
c a l o r
d e
a q u e l
e n c u e n t r o.
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